El objetivo de estos controles es monitorear el pasivo ambiental asociado a la presencia de mercurio y compuestos organoclorados, producto de la actividad industrial desarrollada históricamente en el lugar. En particular, se busca controlar que la pluma de contaminación, es decir, el área afectada por estos compuestos en el subsuelo, permanezca estática y que los contaminantes no migren hacia otras zonas.
Los muestreos se realizan tres veces al año: uno previo al corte del agua de riego, uno posterior y un tercero intermedio. En esta oportunidad, se trató del muestreo previo al corte de agua de riego.
Las muestras fueron tomadas en pozos freatimétricos, en canales de riego y desagües, y en pozos de chacras ubicadas aguas abajo, siguiendo los protocolos técnicos establecidos. Una vez recolectadas, las muestras son enviadas a laboratorios especializados, donde se analizan los niveles de contaminantes.
Los resultados obtenidos se utilizan para hacer un seguimiento técnico de la pluma de contaminación y verificar que no existan desplazamientos que impliquen riesgos para el ambiente o la salud de la población. Este tipo de seguimiento es clave para la gestión de los pasivos ambientales y para garantizar que no se agraven situaciones históricas de contaminación.